Una escritura y el rumbo de las cosas. Mensajes en botellas reflejados en los ojos de alguien. ¿Tus ojos?
4 de marzo de 2005
Pasiones de cámara
La pasión según Viola, estos días en Madrid
Si hubiese un modo fácil de retratar nuestras pasiones.
Bill Viola lo intenta, rueda a altísima velocidad y expone sus cuadros movientes en una cámara lenta que faculta al espectador para escrutar con detalle en parte lo que ve y en parte su memoria, sus propios archivos de dolor y alegría. Es probablemente el más serio intento del vídeoarte de superarse a sí mismo.
Pero ahí está, precisamente, el límite de su magnífico trabajo. El vídeo otorga espectacularidad al cuadro luminoso en una sala oscura, hay piezas realmente impresionantes, pero uno no deja de ver actores, y eso es un peldaño que el arte no puede falsear. Cultura y simulacro. Porque el mundo está ahí.
El mundo está ahí y bastaría una retransmisión, pongamos, de los campeonatos europeos de atletismo en pista cubierta para ver el tratado de las pasiones. El esfuerzo por apurar una centésima en la llegada, el estallido de alegría de una atleta que ha batido su propio récord, o el dolor de ver tantos entrenamientos y esfuerzos convertirse en humo después de una derrota... El vídeo, incluso la moviola, aportan aquí un valor de verdad, sabemos que esas pasiones son auténticas, genuinas y relacionadas con el entorno, no simuladas ni premeditadas. Si queremos mirar, si aprendemos a hacerlo buscando la vivencia que queremos captar en Viola, en la foto finish la realidad supera al arte. No es cuestión de negligencia estética, sino de veracidad moral.
The crossing (el cruce), también en la muestra
Y ello por no hablar de otras imágenes, las que cada día asaltan nuestros ojos, con la muerte en un clip, el horror en un clip, la guerra en un clip... de telediario.
El vídeoarte no trasfiere la vivencia, como pueda pasar con un óleo, o una pieza musical, aunque sugiere y se queda cerca. El arte en vídeo enfocando la pasión humana actuada se limita a un juego icónico, al que ya estamos acostumbrados, con la molicie del zapping, un juego de cortes de una realidad tal vez simbólica que representaron los antiguos cuadros en los que se basa Viola, por ejemplo, obras tardomedievales.
La vivencia de una pasión retrata mal. Y en la memoria iconográfica, los artistas hallaron imágenes de gran fuerza para trasferirnos su vivencia. Qué decir de la Pasión, con mayúsculas. Mejor dejar al vídeoarte entre el terreno de la provocación, el de la fuerte impresión y el de la evocación. A no ser que renunciemos a la memoria personal y cultural.
Pero para esa liturgia, para esa hoguera tardomedieval ¿estamos alguna vez preparados?
The crossing (el cruce)
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