28 de mayo de 2007

Necios...

Todo arqueólogo necio
confunde tesoro y pecio

(para el Odyssey, desprecio,
infórmenos con arrecio.
No vengan con justiprecio
nada más trizar el pecio)


Doblones de oro, cojones,
reales de a 8 por barba
no sean para el que escarba
en nombre de Indiana Jones

27 de mayo de 2007

Sólo las preguntas básicas (hay muchas más)

¿Por qué Exteriores dio el permiso a Odyssey, cuando las competencias en patrimonio según la ley de 1985 son de Cultura?

¿Por qué se permitió la actividad del Osyssey Explorer sin embarcar arqueólogos o marinos españoles que vigilasen sus prospecciones?

¿Por qué no indica Odyssey el lugar aproximado del hallazgo a España para tranquilidad?

¿Por qué Stemm, dueño de Odyssey afirma en El País que España podría haber embarcado expertos en su barco para vigilar la extracción del tesoro y su abogado, Goñi, afirma en La Gaceta que hay un tercer barco que extrajo el tesoro en el Atlántico?

¿Por qué Odyssey no ha dado el nombre de ese tercer barco ni sus fechas de consigna en algún puerto?

¿Por qué se apresuró la Embajada británica a afirmar que las monedas no son del Sussex, cuando ahora sabemos que el contrato de Odyssey con el Gobierno británico quedaría anulado si la extracción de muestras -ja ja muestras y no tesoros- demuestra que no se trata del Sussex?

¿Por qué fletó el Ministerio de Defensa uno de los barcos de Odyssey y por qué les dieron cobijo en el puerto militar de gibraltar? ¿Qué controles permite saltarse este privilegio? ¿Los utilizó Odyssey para embarcar el tesoro en un avión sin informar al Gobierno español?

¿Por qué Stemm, dueño de Odyssey, no admite que el real de a 8 de Carlos III era uno de los dos tipos de monedas embarcados en un avión en Gibraltar con destino a Florida el pasado 16 de mayo? ¿Por qué no dice qué monedas sí había?

¿Para qué sirve el Ministerio de Asuntos Exteriores español, si da permiso a un aliado para traer a sus cazatesoros y no manda vigilarles, con el resultado que todos hemos visto?

¿Por qué no empleó el Gobierno de España a la Armada con este mismo fin, ya que tiene la competencia según la ley de extracciones?

23 de mayo de 2007

Piratas del Caribe. La fiebre del oro

Mel Fisher dijo en una entrevista que ninguna visión es comparable con el brillo de los doblones de oro apareciendo súbitamente bajo la arena tersa del fondo marino, algo que nubla la razón con una fiebre cuya única cura es la posesión de los tesoros sumergidos. (Al cazatesoros no le duelen prendas por destrozar los restos de los buques, sino que aspira el sedimento y los dispersa, extrayendo cuanto haya de valor).

Puede que Odyssey Marine Exploration haya encontrado un pecio en aguas internacionales del Atlántico y haya extraído, con discreción suma, la suma de medio millón de monedas de plata y miles de oro, manteniendo el hallazgo en secreto hasta que sus barcos, buzos y sondas submarinas le hayan exprimido el último zumo al galeón. O puede que no, que no todo lo que cuentan sea verdad.

Los atunes rojos y las pateras están más vigilados en el Estrecho que los doblones. Así que tal vez su política de hechos consumados sea una buena cortina de humo para que nadie sepa bien de dónde salió el botín, ni si todo fue tan legítimo y legal como ellos dicen. ¿Por qué, como Associated Press denunció ayer, Odyssey manipuló digitalmente las monedas que se ven en este detalle de una foto facilitada por los "cazatesoros", con el fin de que no se pudieran identificar? ¿Era un barco del rey, cargado de oro español? ¿Están sus restos hundidos realmente en aguas internacionales? ¿Ha habido un intolerable expolio?



¿Se manipula así una foto por motivos de seguridad? ¿Para que la empresa suba su cotización en bolsa? ¿Por astucia preventiva? ¿Códigos atávicos de la marinería, si no de la abogacía, mercenaria? Juntemos oro, ambición, barcos, y persecuciones y tendremos los ingredientes de una buena historia de piratas.

Ojalá estuviésemos hablando de fantasías, como en Piratas del Caribe, y no de sospechas. Mientras no se aclare su procedencia, el oro del Odyssey está más emponzoñado que el oro azteca de "La maldición de la Perla Negra". Mientras se sigan manipulando las fotos para borrar las marcas de las monedas la verdad seguirá esclavizada dando más vueltas que el Holandés Errante en "El cofre del hombre muerto". Y así, "En el fin del mundo" acabaremos si seguimos las indicaciones de la empresa americana, que son más imprecisas que la brújula loca de Jack Sparrow, para encontrar el pecio del que sacaron el oro de marras ...


Los piratas siempre mezclan cojones con engaño, Montero Glez dixit. Y tal vez nos pasa esto por pringaos. Si hay más oro en el fondo de la Bahía de Cádiz que en el Banco de España, o restringimos el acceso al Archivo de Indias, o hacemos como Italia, que llamó a la Armada en socorro de los arqueólogos cuando Robert Ballard se presentó en sus aguas con submarinos de la Guerra Fría y Roma decidió organizar un zafarrancho submarino nacional para tener localizados y controlados todos los pecios con el sónar de los militares.

... y si hablamos de sónar, ya se sabe que los suenos, suenos son.

Porque lo que sabemos es que el Gobierno del Reino Unido estaba muy interesada en que permitiésemos a estos intrépidos descarriados que sondearan nuestros fondos para encontrar un barco suyo. Ahora resulta que este oro ni siquiera es del Sussex que buscaban los hijos de la Gran Bretaña. Buscando, buscando, a saber qué encontraron, probablemente en nuestras aguas.

19 de mayo de 2007

Aprender a ser mortal












Lo que queda de Troya en Google Maps

Poemas y mitos iluminan el presente. No son cuentos antiguos, son arcanos que proyectan nuestro propio perfil más allá del tiempo. En medio de una sociedad secularizada y nihilista, en el centro de una polis que reclama más que nunca la construcción de una ética laica que sirva para todos y no implique recompensas supraterrenales, alguien vuelve a echar una ojeada al principio de todos los relatos: La guerra de Troya. Y es una mirada suculenta la de Javier Gomá en el libro Aquiles en el gineceo (Pre-textos), en el que se pregunta por qué un semidios abandonaría el más confortable de los refugios para dirigirse a una muerte profetizada (su madre lo había ocultado entre las hijas de Licomedes para que los griegos no lo hallasen). Pero, ¿por qué volver a Aquiles? Gomá lo identifica con un estadio ético hoy fundamental.

La modernidad siempre prefirió a Ulises, el héroe que sabe entrar y salir del fuego. Hasta Ulises, la nobleza estaba siempre por encima de la astucia y los héroes embestían de frente. Con Ulises, mimado por Atenea, eso cambia. De hecho él le hablaba íntimamente a la diosa (varias veces le requiebra: "Ahora, más que nunca, séme propicia"). Su astucia inventa el caballo de Troya, codifica una lectura pragmática de las reglas que otorga ventaja al jugador más despierto y cimenta nuestro mundo moderno. Pero, aunque la modernidad lo perdonara o lo pasase por alto, recordemos que Ulises también tuvo que elegir un día si acudía a la guerra de Troya. Sin embargo él, desde la astucia, trató de objetar, de librarse del compromiso heleno contra Troya, alegando demencia.

Cuando Menelao fue a reclutarle, sencillamente se hizo el longuis, y sólo la protección de su hijo Telémaco (cuyo nombre significa "batalla decisiva") le obligó a renunciar a su estratagema. Pero lo que hace muy distinto el calado de su elección si lo comparamos con Aquiles es el detalle de que sobre Ulises pende un augurio que se limitaba a anunciar que no regresaría hasta el vigésimo año y lo haría como un mendigo al que nadie iba a reconocer. Algo molesto, sí, pero no mortal. Y Ulises era rey de su isla esquiva, pero no inmortal. La fascinación de la modernidad con el héroe de la Odisea se alimenta también con su largo extravío, que tampoco deja de ser el camino que manaba de la pragmática astucia.







Rubens/ Van Dyck

La elección de Aquiles, hijo de la diosa Tetis, sería muy diferente. Él sabía que su decisión era entre una vida muelle y eterna, pero sin gloria -de la que el gineceo era sin duda un generoso adelanto- y el más breve y glorioso existir sobre la tierra, proyectando la sombra del héroe por antonomasia sobre los siglos de los siglos. Y aquí estamos una vez más hablando de Aquiles, en 2007, de su figura y de su aceptación del desafío de morir.

Porque de eso se trata, de nuestros tratos con la muerte. Asumir hoy la mortalidad, cuando nuestra sociedad oculta la agonía y desliza los cortejos fúnebres por las autovías de circunvalación, no resulta conveniente. Y dice el poeta más útil de la tribu:

Me cruzas, muerte, con tu enorme manto
de enredaderas amarillas.

Me miras fijamente.
Desde antiguo
me conoces y yo a ti.

Lenta, muy lenta, muerte, en la belleza
tan lenta del otoño.

Si ésta fuese la hora
dame la mano, muerte, para entrar contigo
en el dorado reino de las sombras.

J. A. VALENTE

No deja de resultar curioso que Javier Gomá invoque la decisión de Aquiles, el héroe ante el que palidecen los demás guerreros de la historia, para poner el acento en un punto novedoso: la asunción de nuestra mortalidad es un asunto político, porque importa a los miembros de la sociedad. Esto es cierto de muchas maneras, porque la implicación del individuo con sus semejantes, su capacidad de trabajo, su raigambre, su familia, sus ambiciones proyectadas en dimensiones humanas, sus meros sueños, incluso su inclinación a disfrutar del ocio, tejen la fuerza de una sociedad.

Inconscientemente, muchas culturas han mantenido un rito específico para el momento en el que el individuo abandona la niñez y se incorpora al mundo productivo y reproductivo de los adultos. La toga viril de los romanos o el Bar Mitzvah judío son dos ejemplos, cuya lectura armoniza en el libro con el mito de Aquiles, porque la llegada al mundo del adulto y el abandono de la niñez no son sino la templada asunción de la mortalidad propia y el abandono del halo de divinidad que irradia desde el esplendor de la infancia.

En definitiva, el libro de Gomá nos invita a reflexionar de manera pertinente sobre un dilema contemporáneo: por mucho que la sociedad se abandone a una especie de adolescencia sin fin, puramente estética y subjetivista, cuyo desarrollo no sabe ni puede esquivar el nihilismo que lacera nuestro mundo sin sentido y sin porqué, Aquiles en el gineceo nos afina para pensar hasta qué punto se puede objetivar nuestra existencia -la finitud de nuestra existencia- en los otros, en la sociedad, la polis, en nuestra aportación al continuo avatar del mundo. Al elegir asumir nuestra muerte, todos conectamos con Aquiles, un héroe cuya estela no se ha limitado a la cólera cantada por Homero, sino a su decisiva intervención en el momento clave de la historia, de Grecia -cuando Troya cae y ello termina con diez años de guerra por el dominio comercial del Egeo en los albores de nuestra civilización-, de su propia vida -al elegir la gloria de la vida mortal, pese a su brevedad, frente a la gloria olímpica-, y la de la nuestra -según el ejemplo que nos ofrece en su libro Gomá:

"Cuando elegimos una profesión en la organización social o concebimos por otro yo un amor ético que funda una casa, en esa misma hora el sujeto se está jugando su propia mortalidad. Aunque resulte extraño la finitud debe elegirse y ser objeto de personal apropiación, no es algo que ya esté dado o pueda uno disponer de ello sin esfuerzo ni aprendizaje. Más aún, es la tarea de toda una vida que no termina nunca de completarse", dice Gomá en su libro.

Uno no puede evitar acordarse de otros mitos, antiguos y modernos, al abordar este asunto; y sobre todos, uno brilla, por su poética claridad. Éste:

”I’ve seen things you people wouldn’t believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched c-beams … glitter in the dark near Tanhauser Gate. All those … moments will be lost … in time, like tears … in rain. Time … to die.”

Quien habla es Roy, el replicante de Blade Runner, un ser excepcional creado por el hombre metido a dios. Y entonces el clon ofrece esa lección de asunción de la mortalidad como amor a la vida misma en toda su humana dignidad. Claro que Roy lo sabe al final de sus días. El mérito trágico de Aquiles sigue siendo haber tomado conciencia y decisión en plena juventud.

Trágico como Aquiles o dramático como el clon, la aceptación de la mortalidad nos atañe a todos, como búsqueda de un sentido propio y ético de la vida, que nada debe a consideraciones que están fuera de lo humano. Que pueden ser importantes, pero que aquí no importan.

En definitiva, en una perspectiva actual y contenida, a la que otro buen poeta da su voz:

Matinales neblinas, tardes rojas,
doradas; noches fulgurantes,
y la llama, la nieve;
canto del cuco, aullar de perros,
silente luna, grillos, construcciones de escarcha;
el traqueteo del tren, del carro, niños,
amapolas, acianos, y desnudos
árboles de invierno entre la niebla;
los ojos y las manos de los hombres, el amor y la dulzura
de los muslos, de un cabello de plata, o de color caoba;
historias y relatos, pinturas y una talla.
Todo esto hay que pagarlo con la muerte.
Quizás no sea tan caro.

José Jiménez Lozano, El precio

18 de mayo de 2007

Un blog de junio de 1991




Puede parecer increíble, pero después de darlo por perdido durante unos años, he rescatado "EL ROLLO", un blog, o una especie de blog que escribí a máquina en junio de 1991 sobre papel continuo.

Estudiaba el último año de carrera, aunque llevaba ya un par de años trabajando, cuando cayó en mis manos aquel rollo de papel fotográfico velado. Era uno de esos rollos, de unos cuantos metros, de los que se empleaban en fotocomposición. Ni corto ni perezoso me lo llevé a casa y, casi sin querer, mientras comenzába a estudiar para mis exámenes finales, desde la otra punta de la habitación, empezé a mirarlo. El rollo era un "gran atractor":

-¿Qué voy a hacer contigo? -nos preguntábamos mutuamente.

Después de algunos días, súbitamente, averigüé lo que yo haría con él. Creo que desenfundé antes, y por poco. Sencillamente lo metí en la máquina y dediqué a escribir en él todo el tiempo que pude en el par de semanas en las que estuve encerrado estudiando los exámenes finales. Es un retrato sin filtros ni mediaciones de las historias que pasaban por mi cabeza, los relatos que lucubraba, las ensoñaciones, los poemas géiser que salían despedidos del encierro con los apuntes...

Una fotografía de la imaginación espoleada por el agobio de terminar la carrera en pleno inicio de mi vida profesional. A diferencia de otros formatos similares (Kerouac) el Rollo es un cúmulo abierto sin temáticas acotadas, no es un relato ni un poema, aunque está lleno de ambos. Tal como venían las palabras, la máquina las escupía, hasta que, metro a metro, el papel se consumió. Intenso y espontáneo como tal vez nunca más me ha sucedido.

Acabé aquel blog de los tiempos remotos (que llamaríamos hoy a. de B., antes de Blogger) casi al mismo tiempo que los exámenes. Poco después, a los pocos días, Sudáfrica suprimía el Apartheid, y Boris Yeltsin era elegido presidente de Rusia mientras la URSS se descomponía en mil pedazos.

Pero todo eso ocurría fuera. El Rollo no era un blog de actualidad. De todos modos, al volver a verlo pensé qué haría hoy con él. Y prefiero desenfundar rápidamente, otra vez, Billy. He decidido colgarlo, próximamente, para echar unas risas, o al menos unas sonrisas con vosotros -y con James Joyce si hace falta por aquello del Portrait of an artist as a young man... Sabréis perdonármelo.


.

12 de mayo de 2007

El iTunes de la poesía

Asi leían Ezra Pound su Canto XLV sobre la usura en 1958 -añado traducción aproximada y propia del americano-, y Maiakovski su poema La fuerza de mi voz atruena el mundo / At the Top of my Voice. Dale al play y escucha

















VLADÍMIR MAIAKOVSKI
Prólogo

Con mi corazón sangrante desgarrado en harapos
excitaré
vuestra mente
que sueña en cerebros reblandecidos
cual cebado lacayo en mugriento sofá;
hasta hartarme me burlaré, atrevido y mordaz.

Ni una sola cana mi alma tiene,
ni en mis años hay ternura senil.
La fuerza de mi voz atruena el mundo
y con veintidós años
camino enhiesto, hermoso.

¡Vosotros los delicados!
que sobre tiernos violines recostáis el amor
o, si rudos sois, sobre timbales.
Nunca podréis hacer como yo,
volverse del revés y ser todo labios.
Venid y aprended... (sigue...)

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EZRA POUND

CANTO XLV
Con usura nadie tiene casa de buena piedra
con cada sillar liso en corte y acomodo
para que el dibujo le cubra la cara,
con usura
nadie tiene pintado el paraíso en el ábside de su
iglesia
harpes et lux
o donde una virgen reciba el anuncio
y un resplandor brote del estigma,
con usura
no puede ver el hombre Gonzaga a sus herederos y sus
concubinas
no se pinta cuadro para que dure toda la vida
sino para vender y vender pronto
con usura, pecado contra natura,
es tu pan siempre de trapos viejos
es tu pan seco como el papel,
sin trigo de montaña, harina fuerte
con usura la línea se hace gruesa
con usura no hay demarcación clara
y nadie encuentra sitio para su morada.
El picapedrero se aparta de la piedra
el tejedor de su telar
con usura
no llega lana al mercado
la oveja no vale nada con usura
Usura es un ántrax, usura
mella la aguja en las manos de la muchacha
y detiene la pericia del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; Zuan Bellin’ no por usura
ni fue La Calumnia pintada.
Angelico no vino por usura; no vino Ambrogio Praedis,
No vino iglesia de piedra cincelada que dijera: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
No por usura Saint Hilaire,
Usura oxida el cincel
Oxida el oficio y el artesano
Roe los hilos del telar
Nadie aprende a bordar oro en su dibujo;
El azur tiene un chancro por usura; nadie borda el carmesí
El esmeralda no encuentra a ningún Memling
Usura asesina al niño en las entrañas
detiene el cortejo del muchacho
Ha traído parálisis al lecho, yace
entre la esposa y el esposo
Contra naturam
Han traído putas a Eleusis
Cadáveres se sientan al banquete
invitados por usura.

Usura: gravamen por el uso del poder adquisitivo, impuesto sin relación a la producción, a veces sin relación a las posibilidades de la producción.

Dead o Alive, vivos o muertos, los poetas de este coro cantan para nosotros desde el lugar de las palabras. Pennsound es una idea de la Universidad de Pennsylvania, cuyos scholars han tenido la generosidad de reunir un notable archivo sonoro de poesía americana, gestionando la cesión de derechos para usos no comerciales con los herederos. En nuestro país hay ya embriones maduros, portales tan completos como el de Poesía Española contemporánea de la biblioteca virtual Miguel de Cervantes, de Alicante. Pero hace falta dar un paso más hacia delante.

Hala, España, pásate ya al audio.