31 de mayo de 2005

Museo saturnal de la melancolía

Melancolía, o bilis negra, una afección que difumina las fronteras entre el cuerpo y el espíritu.

du 22 septembre 2005 au 2 janvier 2006 GALERIES DU GRAND PALAIS

"Mélancolies. Génie et folie en Occident"

Aucune disposition d'âme n'a autant inspiré les artistes en Occident que la Mélancolie. Elle est considérée depuis l'Antiquité comme le tempérament des hommes marqués par la grandeur - les Héros et les Génies. Des stèles antiques jusqu'aux œuvres contemporaines, de Dürer à Ron Mueck, en passant par La Tour, Füssli, Goya, Delacroix, Rodin, Picasso ... à travers plus de 200 œuvres, cette exposition se propose d'explorer l'iconographie et les variations de cette "humeur sacrée" et met en évidence le rôle essentiel joué par la mélancolie dans les différentes formes de la création artistique en Europe.


Jean Claire, comisario de la muestra, adelanta
algo de su contenido y espíritu en la bella revista FMR, nº 6
Posted by Hello

Jean Claire enfoca brillantemente el tema en su adelanto de lo que será el catálogo de la muestra. ¿Somos un cuerpo o lo tenemos? ¿Donde está la frontera de nosotros, ánima y carrocería?

La bilis negra, el humor tenebroso que afecta al melancólico y que excede la natural frontera de otras enfermedades que se conforman con atacar al cuerpo o afectar al ánimo, es una enfermedad muy contemporánea. Resulta que desde antiguo la conocemos y sabemos muchos modos de aplacarla. Físicamente -sea esto lo que sea-, con algunos tratamientos herbológicos, cómo no, por medio de antiguas pócimas, fármacos o infusiones naturales que facilitan la expurgación de los humores oscuros.

Pero no basta. Los grandes médicos de la historia ponen énfasis en que es el ser completo el que enferma, no sólo su cuerpo. El enfermo humanizado exige un esfuerzo integral para la curación.

Desde antiguo el caprichoso natural del hombre ha sabido calmar esta melancólica tristeza sin porqué a traves del tacto y de la vista, cuando no de otros sentidos, o de todos a la vez. Era motivo incluso en el antiguo Islam para recomendar la ingesta de vino.

Aunque lo raro de la melancolía es que no se queda en mera acidia, sino que otorga al enfermo un regusto por su estado del que solo le distraen las cosas bellas. Le distraen en la medida que le concentran, oh círculo vicioso donde los haya. Y aquí entra el museo. Objetos inútiles, bellísimos simbólicos, de significado dudoso y maleable, como el ánimo crepuscular; gemas y sustancias nobles de variado origen, desde el ambar al bezoar, desde el coral al oro, desde la madreperla al marfil. Objetos para contemplarse uno mismo mirándolos, objetos sujetos -a uno mismo-, que ceñimos a nuestros sentidos agrisados, fetiches para los días de lluvia fina o tiradas de dados trucadas para cada nueva respiración.

Puestos uno contra otro forman, qué duda cabe, un museo de rarezas maravillosas. El arte más inútil de todos. Curiosa la afinidad -que Claire destaca- con el impulso medidor del hombre que ya desde los griegos antiguos debía ser la medida de todo: abundan los compases, las escuadras, los astrolabios -con su cuadrante de sombras-, los péndulos y todo aquello que simboliza el inútil impulso humano de medir la realidad, algo que nos define como especie. Y relojes, pequeños autómatas que nos hacen soñar con ser dueños del tiempo que, tarde o temprano, más nos siega que nos sosiega.

Y en esa finitud del hombre que se acaba, está tal vez la melancolía, una afección con algo de infinito que, curiosamente, tiene una cepa hispana. "Serán ceniza mas tendrá sentido. Polvo serán..." dice el poeta que sabe que lo que llamamos rostro es muerte y que morir es en realidad dejar de morir y nacer empezar a morir. Quevedo lo mismo que Cervantes nos resume. Humor oscuro a veces, mortal como el del pobre Grisóstomo, y volcánico otras. Visceralidad y sentimentalidad son nuestras dos piernas hispanas. Don Juan (even Tenorio) enfrentándose al cosmos y a su orden inexorable no deja de ser también un objeto bello para la melancolía.

Tal vez, aunque Claire no lo cita, la exposición del Grand Palais no nos hurte un telescopio entre las mirabilia de quienes contemplaron la quietud aparente de las cosas. Porque el cielo visto con grandes aumentos se mueve muy veloz, y por ello el astrónomo debe perseguir su estrella, segundo a segundo. Inútilmente, puesto que ha de dejarle al caer en el horizonte (la dudosa luz del día) y volver a su cita a la noche siguiente. El mundo gira y gira melancólicamente.

En fin, como antes citaba a Char: "En nuestras tinieblas no hay un sitio para la Belleza. Todo el sitio es para la Belleza."

Da capo: Así que, ¿qué duda podría cabernos entonces? Porque si padecemos (de pasión) la melancolía en algún lugar de nuestro cuerpo y espíritu, ese lugar es aun de la belleza. De la oscura cordura.

30 de mayo de 2005

Pequeño tratado de vencejos

"Vencejo con alas demasiado grandes, que gira gritando su gozo alrededor de la casa. Tal es el corazón.

Deseca el trueno. Siembra en la serenidad del cielo. Si roza el suelo, se desgarra.

Su réplica es la golondrina. Por serle familiar él la detesta. ¿Merece el encaje de la torre?

Para en el hueco más sombrío. Nadie sufre estrechez mayor.

En el verano de larga claridad, se deslizará hacia las tinieblas por las persianas de medianoche.

No hay ojos que lo retengan. El grito es su presencia entera. Un fusil frágil va a abatirlo. Tal es el corazón."

(Poema de René Char)


Hasta 250 km/h en vuelo y frena en un par de metros Posted by Hello

Oculto por la fama "romántica" de la golondrina (¿No pudieron ser vencejos las oscuras golondrinas becquerianas?) el vencejo (apus apus, o martinet en frances o swift en inglés) es un espíritu esquivo. Sus alas negras se encuentran entre las más dúctiles del mundo y le hacen capaz de acrobacias asombrosas, a velocidades de vértigo.

Vive veloz. Migra y anida en las casas de los hombres y tal vez cumple como ninguna otra criatura sus ansias de volar. Tan el vuelo se hizo el vencejo que ya no sabe posarse, sus patas han perdido la fuerza necesaria para el despegue, de modo que cuando roza el suelo ya no remonta y muere. Así las cosas, anida en las alturas desde donde se lanza en brazos de la luz, desde cornisas y grietas en los tejados. Sus nidos son estrechos y los fabrica con una mezcla de barro, ramas y plumas cimentadas con su propia saliva. Y su grito es estridente como pocos. Es un estallido de vitalidad, un borrador de nombres, la música del mundo reducida a pulsión. Tal es el corazón, como bien dice René Char.

En el atardecer anuda finos laberintos, sobre los pueblos y las ciudades va enhebrando la noche con últimos hilos de luz, hasta crear verdaderas marañas con las insólitas persecuciones que lo convierten en una flecha por el aire. Mientras, caza en pleno vuelo su alimento, insectos voladores a los que su grito paraliza. Cuando la noche cae, él asciende a lo más alto para echarse a dormir sobre la nada. Su vuelo entonces remueve las horas, las sombras.


Pincha sobre esta foto, vale la pena Posted by Hello

Tiene la cabecita afilada y triagular, con el pico aguileño, y así semeja un diminuto halcón. De tal modo es el vuelo y nada más que ninguna otra ave copula mientras recorre el cielo. Se acopla y duerme en el aire, sí.

Los ingenieros aeronáuticos repararon hace muy poco en él y sus alas han inspirado algunos de los últimos aparatos voladores. No valen nada si los comparamos con él.

Ya relaté en una entrada anterior, titulada "luzazul", cómo gracias a los vencejos del atardecer tuve la más nítida visión -revelación es palabra más fiel- de que lo profundo es el aire, como decía Guillén. Y recuerdo que, cuando era pequeño, tuve uno entre las manos, un pájaro caído, tristísimo, vencido vencejo. Desde entonces me hechiza verlos volar, oírlos. Pude ver sus ojos mágicos y redondos, prodigio del mundo, atlas de azabache. Negros solecillos indómitos.

Ayer después de leer el poema de Char, recordé todo esto. Puse la radio y viví un segundo verdaderamente irreal. En la emisora sonaba una canción familiar, de los Beatles. Oírla mientras pensaba, precisamente, en escribir un post como éste me dejó pasmado:


Black Bird
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Blackbird singing in the dead of night
Take these broken wings and learn to fly
All your life
You were only waiting for this moment to arise.

Blackbird singing in the dead of night
Take these sunken eyes and learn to see
All your life
You were only waiting for this moment to be free.

Blackbird fly, Blackbird fly
Into the light of dark black night.
Blackbird fly, Blackbird fly
Into the light of dark black night.

Blackbird singing in the dead of night
Take these broken wings and learn to fly
All your life
You were only waiting for this moment to arise
You were only waiting for this moment to arise
You were only waiting for this moment to arise.

(The Beatles)

29 de mayo de 2005

La lucidez es la herida más cercana al sol

Leyendo esta tarde, con ojos cada vez más abiertos. Una tarde cualquiera de un domingo, abres las páginas que René Char -acaba de aparecer su poesía en impresionante edición de Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg- escribía mientras caminaba por el mundo en guerra, emboscado, buscándole sentido a la vida de los hombres, a la muerte de los hombres... Palabras para ser calladas, mirando hacia lo lejos.

"¡Horrible jornada! He asistido, a unos cien metros de distancia, a la ejecución de B. ¡Me bastaba con apretar el gatillo del fusil ametrallador y podíamos salvarlo! Estábamos en los oteros que dominan Céreste, con los matorrales llenos de armas hasta reventar, y en número por lo menos igual a los SS. Ellos ignoraban que nos hallábamos allí. A los ojos que imploraban por todas partes en derredor mío la señal de abrir fuego respondí que no con la cabeza... El sol de junio me metía un frío polar en los huesos.
"Cayó como si no distinguiese a sus verdugos y tan ligero -así me pareció- que el menor soplo de viento lo habría alzado de la tierra.
"No di la señal porque esta aldea tenía que ser preservada a cualquier precio. ¿Qué es una aldea? ¿Una aldea semejante a otra? ¿Lo habrá sabido él en ese último instante?"

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"Roger estaba muy contento de haberse vuelto, para la estima de su joven esposa, el-marido-que-ocultaba-a-dios.
"Hoy he pasado junto al campo de girasoles cuya vista le inspiraba. La sequedad doblegaba las cabezas de las flores admirables, insípidas. Fue a pocos pasos de allí donde manó su sangre, al pie de una vieja morera, sorda con todo el espesor de su corteza."

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"¿Seremos más adelante parecidos a esos cráteres donde ya no acuden los volcanes, y amarillean los tallos de la hierba?"

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"A Ketty, la perra, le complace tanto como a nosotros recoger los envíos. Corre de uno a otro sin ladrar, sabiendo audazmente de qué va la cosa. Una vez concluida la faena, se tiende feliz sobre la duna de los paracaídas y se duerme."

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"Los niños cumplen ese milagro adorable de seguir siendo niños al tiempo que ven a través de nuestros ojos."

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"Entre el mundo de la realidad y yo, hoy no queda ya espesor triste."

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"De manera brusca, recuerdas que tienes un rostro. Los rasgos que lo modelaban no eran todos rasgos de pesadumbre, antaño. Hacia ese paisaje múltiple se alzaban seres dotados de bondad. En él la fatiga no hechizaba únicamente naufragios. La soledad de los amantes respiraba ahí. Mira. Tu espejo se ha convertido en fuego. Imperceptiblemente vuelves a tomar conciencia de tu edad (que había saltado fuera del calendario), de ese acrecentamiento de existencia con el que tus esfuerzos construirán un puente. Retrocede al interior del espejo. Si no consumes su austeridad, al menos la fertilidad no será agotada."

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"En nuestras tinieblas no hay un sitio para la Belleza. Todo el sitio es para la Belleza."

25 de mayo de 2005

No se negocia que la vida es bella (crónica)


El despliegue policial junto al coche bomba Posted by Hello

Pasaban quince minutos de las nueve y pasaba la vida por la calle de Alcalá. A la altura del colegio público Marqués de Suances, un coche patrulla de la Policía Nacional se atraviesa de pronto en la calzada y desvía el tráfico, desvía la vida que pasaba por allí, hacia la calle 25 de Septiembre.

Justo hoy, cosas de la vida, cumplía cuatro años mi hijo Bruno, que iba en el asiento de atrás más chulo que un ocho con su mochila nueva. «¿Qué pasa, papá?». No sé. Aún no sabíamos. Llegamos a su colegio. Poco después retumbó la gran explosión.

El humo, primero, sobre los edificios, bandera negra al viento. En el lugar del atentado, un escándalo de sirenas y alarmas, decenas de dotaciones policiales, ambulancias, bomberos y la gente con la mirada aterrada- como niños de cuatro años- en una mañana que el sol prometía preciosa y que ahora sobrevuela un helicóptero.

Los trabajadores de los edificios afectados se agolpan junto al cordón policial. Los evacuados informan a los que llegan sobre la intensa sacudida, sobre el olor a quemado, el tacto del miedo, «¡cabrones!», aún el corazón en llamas.

«Yo he sentido moverse todo», dice uno, «ha sido horrible». La humareda se vuelve blanquecina y cede hasta extinguirse. «Nos dijeron que saliéramos y a los dos minutos...», traga saliva un emigrante moreno. Preguntamos a un policía: ¿ha habido heridos? Suelta un «sí» helador y luego añade: «Pero creo que no muy graves». Y la imaginación pugna con la esperanza, porque tenemos sangre de sobra en la memoria.

La zona se va llenando de periodistas. De pronto la policía nos aleja más del lugar infausto, el lugar donde ETA quería sembrar la muerte, tan cerca de un colegio. Miedo a otra explosión. Pero hay tantas crónicas del atentado como personas lo contemplan. La gente se aferra al móvil como a un salvavidas, muchos cuentan lo que están viviendo o tranquilizan a sus próximos como a sí mismos.

Los nervios del primer momento van cediendo y se oyen las primeras quejas contra el Gobierno. Con inquietud, la palabra negociación llena varias conversaciones: «Si va a ser todo así...» Lo primero es sobrevivir -la vida es bella- y después manan los juicios de los vecinos más asustados o exaltados. Una anciana da dos pasos y grita: «La culpa es de este Gobierno, es el peor» y un ciudadano la corrige de canto: «Señora, ¿no ve que la culpa es de ETA?». Ella responde «¡El Gobierno es ETA!» -levanta los brazos, está indignada-, y es reconvenida: «¡No diga tonterías!». Todos nos miramos. Muy cerca dos perros se enzarzan a ladrido limpio. Los nervios afectan a todo bicho viviente.

Pero la vida es bella por la calle Alcalá, a pesar del cordón policial. Un viejo ciego y su mujer, su guía, avanzan lentos por la concurrida acera, tornan y desaparecen. El miedo no puede verse, y los vecinos quieren volver pronto a sus casas.

El sol ya nos deslumbra. La primera dotación de bomberos se retira antes de las once. Van en silencio, dentro del camión, con el rostro empapado. Y la vida es tan bella -como en la película de Benigni-, como para contarle a Bruno, de cuatro años, que aquella torre de humo negro la hizo el mago del tambor soplando sobre la gran tarta de su cumpleaños. Pero en la radio -algunos la llevan- sigue oyéndose insólita la palabra tregua, la otra torre del castillo de humo. De miedo.

18 de mayo de 2005

Himno-blog


Imagen del mundo según Herodoto


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"Escribo para cuatro personas.
Oh mundo, lo siento por ti, tú no conoces a esas cuatro personas." (Pound)
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16 de mayo de 2005

Neso, el mito, la poesía


Deyanira ofrece a Hércules la túnica del centauro Neso Posted by Hello

Siempre me impresionó el poema de Vinyoli sobre el amor mortal de Deyanira. Se enmarca en el único tipo de mención del mito que soporto: no el que recrea el pasado de la humanidad como un mundo coherente -aun inteligente- gracias al mito, sino el que juega con el arquetipo para rascar nuestro interior y forzar que nuestro pensamiento dé más zumo, obligarle a caminar un paso más hacia la profundidad de lo que somos. Es decir, el poema no habla del mito, sino de nosotros, del poeta mismo y de sus lectores.
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Recordemos el mito original:
El centauro Neso causó la muerte de Hércules. El centauro raptó a la segunda mujer de Hércules, Deyanira, pero Hércules mató al centauro. Sin embargo, aún moribundo, Neso aconsejó a Deyanira que, si quería mantener fiel a su marido, le pusiera su túnica, y así recuperaría su amor.
Cuando Hércules comenzó a profesar su amor por otra mortal, Yole, Deyanira recordó las palabra de Neso, y le puso la túnica del centauro a su marido. Sin embargo, Neso había bañado la túnica con el veneno de la hidra, y al ponérsela, Hércules comenzó a sentir una agonía terriblemente dolorosa.
Al ver lo que había hecho, Deyanira se suicidó. Hércules ordenó construir una pira funeraria, a la que arrojó a su esposa y, seguidamente, se arrojó en ella. Fue entonces cuando intervino Zeus, y con sus rayos apagó las llamas, llevándose a continuación a su hijo al Olimpo, donde le otorgó la inmortalidad
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El mito es un relato histórico, escrito o cantado en lenguaje poético. Por ello mismo, el mito no puede, no debe constituir la historia en sí, a estas alturas. En boca del poeta su resonancia abre la puerta a una expresión, a una polisemia antigua, casi atávica. Es el juego de armónicos entre las palabras de hoy y el mito atávico lo que hace que nos aceche un escalofrío en cada poema. Abre la conciencia de un mundo de peligro no tan simbólico, puesto que nuestro juego es siempre con la realidad y con nuestra percepción de ella. De algún modo, el mito aporta la posibilidad de una túnica envenenada o de una protección salvífica en el mismo envoltorio de nuestros sentimientos. Inquieta más que aquieta nuestros sentidos, pero los despierta y agudiza. Y funciona con su música, la que tenían las palabras en el origen del lenguaje y del pensamiento simbólico, una música que hoy somos poéticamente capaces de tararear pero cuyo significado preciso la razón no comprende.

El de Vinyoli es un gran ejemplo. Habla de Neso, de Hércules y Deyanira, pero habla de cualquier amor loco cuando llega al punto de no retorno:


NESO
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Duele, desasosiega
saber que muere el que nació con llanto
de desesperación feliz porque una vez llegamos
a encontrarnos.

Tiempo después,
cuando uno a otro nos pusimos la camisa
de fuego, se nos pegó de tal modo
al cuerpo que no hubo forma
de arrancárnosla.

Lo digo con violencia
mal contenida mientras cae
con sordo estrépito, lejana, deshecha en polvo
la pira de nosotros.


JOAN VINYOLY

(Traducción propia del poema de Tot es ara i res)



Y a cuento de todo esto, recuerdo que Valéry decía que el hombre empieza a cantar -probablemente a bailar- cuando el habla no le basta. En cuanto las palabras ya no son suficientes, "en cuanto los conceptos susceptibles de ser articulados en palabras fracasan, en el mundo comienza a sonar la música", añade muy afinado Werner Henze.

Y el mito es la música del pensamiento, más que su armonía su polifonía, precisamente en este sentido. Articula nuestro soliloquio para que pueda expresar otras cuestiones, demasiado claras o demasiado oscuras para que sólo en su nivel el pensamiento las pueda desbrozar. Descubrimos con esa facultad de pensar más una conciencia que llamaría vital, humildemente, hasta qué punto estamos unidos a lo remoto, los pies hundidos en la sopa del origen.

Nos descubrimos como aluvión frágil de sigilos y de mitos. Lo que en realidad somos.




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Apostillas vespertinas
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Política: Cualquier parecido con las camisas de fuego que hoy se regalan Rajoy y Zapatero, con la etiqueta del centauro de las tierras vascas es pura coincidencia.
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Social: El centauro que da la túnica mortal a la novia, una munición envenenada y sin reparación posible, es un arcano que puede incomodar a cualquier abogado matrimonialista....
Tal vez deberían elevarlo al patronazgo del gremio. O darle su nombre a un bufete. Tal:

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Neso & asociados
a b o g a d o s

Especialidad en procesos complicados de divorcio
Le aseguramos que su ex pareja no saldrá ganando.
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14 de mayo de 2005

La gloria 0==[]:::::::::::::::::> es oscura


Tumba de guerreros galos y sus caballos en Le Cendre, Francia.
Foto Epa, aparecida en una revista Posted by Hello


La historia de la guerra es una fosa.
La gloria de los hombres que lucharon. Memoria de una especie teñida por la sangre.
(Pero en España seguimos arrojándonos aún los restos de la guerra. No dejamos a nuestros muertos ser historia. O, últimamente los recontamos como monedas de una negociación.)

Con sus pertrechos, con sus caballos, con sus banderas,
la épica es un género abortado. Su canto termina antes de llegar a la verdad final, algo que también se dijo del drama, que es una comedia que termina antes de tiempo. Lo cual no elimina el sentido de la lucha, sino tal vez lo purifica y deja inútil.
Me refiero al incendio provocado por un discurso épico, cuando la arenga quema en la punta de los corazones y los dientes se aprietan prestos en la porfía. Esa palabra de poder deja un paisaje abrasado, una visión plausible del infierno. Pienso en Brueghel y El triunfo de la muerte...


El triunfo de la muerte de Brueghel Posted by Hello

Humanos rebaños, capaces de gestas mayores que todos ellos y cada uno gracias a ese incendio cegador que borra de su mente esta visión o la atempera en pos de un ideal o de un destino. Empeño de no pensar en la fosa. Después, el viento barre las humaredas y el tiempo las generaciones. Lucidez tal vez sea espantar esta visión oscura de la gloria, imaginar la gloria del palacio, la del mediodía con la espada y el sol invictus, y la belleza de todo latiéndonos.

Pero en los últimos huesos, juntos hombres y caballos, la gloria es un escombro blancuzco. Es oscura, turbia en la tierra. Y si tiene grandeza es más profunda que la épica, que esta fosa, que la memoria.

La podemos rozar cuando elegimos. Y también la podemos desmoronar, como esta balumba de huesos de la foto, junto con nosotros.

La gloria es algo ajeno, aliena.
Y siempre cobra su precio: la borrachera o la sangre (justo lo que olvidan los políticos, como olvidan que, si existe, la gloria épica es tan sólo una metáfora dopada de nuestra propia tristeza).

Y al hallarla, un silencio terrible nos envuelve.

13 de mayo de 2005

Islas, traducciones, blogs


Lesbia -anagrama- (óleo del XIX) Posted by Hello

Decía Aníbal Núñez en su traducción de los poemas de Catulo:

"El traidor busca saber la cara del difunto. Y enmienda las que ha visto. Oh, Catulo afeitado con prosas perifrásticas, remedado -él tan virtuoso- por viciosos puristas que para recuperar una lengua sin pelos la privan de artificios.
He aquí de nuevo la adusta mueca del de Verona increpando a su Lesbia o contando de ella maravillas."

Están las traducciones académicas en las que la dulce Ipsitila se prepara para abrazar a Catulo nueve veces seguidas, como si de castos abrazos socráticos hubiese hablado el veronés, cuando decía "nouem continuas fotutiones". Y hubo de llegar Aníbal Núñez, como cruzando los Alpes de la hipocresía, y tradujo paladino: nueve polvos...

Por eso, y por otras cosas, hablaba de pelos en la lengua. Por la deriva filológica de nuestra inclinación admirativa hacia una naturaleza casi decorativa, desnaturalizada, y nuestra incapacidad para asumirla dentro de cada uno naturalmente. Y también decía: "Por qué se suelen envejecer con una especie de pátina las versiones de los clásicos, por qué se traduce el latín a un castellano especial para traducciones de latín. Ese afán anticuario y falsificador es imperdonable".

Por eso, en su traducción, somos contemporáneos de Catulo, un chaval de ahora mismo, un atrevido amador, profundo, arriesgado, pasional y humorado. ¿Y qué, si no, es amar, anagrama de rama, o el amor, nuestra ciudad, anagrama de Roma, nuestra isla secreta?

Construimos un mapa donde perdernos, una isla fabulosa de músicas y libros revisitados, un cielo de momentos brillantes en la oscuridad unánime del tiempo en fuga. Lo llevamos cada día, como una suave cinta anudada en la frente. Y descubrimos seres muy parecidos a nosotros que habitan esa isla, náufragos felices, contemporáneos, que nos regalan sonidos, olores, palabras, libros, blogs que nos plasman, que nos pasman, miradas... Nos hace sonreír ese secreto mundo que inventamos, a veces a nuestro pesar, y dejamos pequeñas puertas para que algo más que el aire fresco y el tiempo de palabras entre. Por eso el tiempo de continuo nos asombra.

Pasen. Hoy, estoy junto a un libro nuevo. Nicole D'Amonville Alegría, poeta de 1967 que hace honor a su nombre y apellidos, acaba de publicar "Acanto" en Lumen, un libro con arranque de sabor clásico, pero muy muy actual, y ya cuenta con la complicidad de nombres grandes de la literatura nuestra, como Gimferrer, que alaba su capacidad de "comprimir el énfasis en la elipsis y la majestad en la sencillez". Convierte una estrofa amorosa del cancionero en un interrogatorio entre sentimental y policial, reinventa el eco y nos lo pone en la lengua con un beso. Derrocha humor e inteligencia sin alarde soberbio. Y sobre todo profundidad:

"Debo morir. Y sin embargo nada muere"
ni esculpida
la muerte en tus facciones
frías tus manos, tus mejillas, frente
fría bajo mis besos,
rígidos la cabeza, el cuerpo, el alma
tuya no muere en mí.



Lugete, o Veneres Cupidinesque Posted by Hello

No es que quiera compararla a Catulo. El veronés es una excusa para limpiar la lengua de las pátinas y hablar de tradición con la mirada limpia y con los labios húmedos. Porque dice también esta Nicole:

Nube y nube, tronco con tronco,
rama en rama, el río
un horizonte que se cierra en sí
y completa una alianza.

Todo lo que aparece
el agua entrega en anillo nupcial.

Y nosotros
¿con quién copulamos?

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Pues eso, la cinta que ceñimos con las palabras islas, con las músicas islas, con los silencios islas que nos vencen, que nos apasionan. Con blogs islas, y secretos archipiélagos. Con los otros cofrades de un naufragio feliz, que también tienen islas e islas son, si bien miramos. Y dice esta Nicole en el frontispicio del libro:

El silencio aprovecha
sólo al que escucha este latido ajeno.


Pues eso, a escucharnos, a mirar el esplendor de todo lo que aparece y a preguntarnos, si a nosotros el agua entrega en anillo nupcial. Pero nosotros, ¿con quién hablaremos de política?

Roza mi mano y vámonos al mar.

5 de mayo de 2005

Romanticismo


"NRAO / AUI / NSF" Posted by Hello

Saber cuál es el sonido exacto de un agujero negro: Si bemol, 57 octavas debajo del do central de un piano.

Una nota lúgubre, romántica, un brillo oscuro propio de Chopin. Si bemol.

En el centro de nuestra galaxia (ver la foto) existen extraños arcos de plasma detectados por radiotelescopios. Escuchamos el corazón de La Vía Láctea, el lugar más mortífero, el macro agujero negro bautizado Sagitario A*. Su sonido es un Si bemol cuando devora la materia de otros cuerpos cósmicos. Y a su ritmo danza la galaxia entera.

Un baile de vida y muerte, con el color musical de la melancolía, la "bilis negra" del ánima, que resulta inefable, como si fuera una materia oscura, oculta a los rayos de la luz.

Ese agujero negro, ese curvo corazón que comba el tiempo y que ilumina sin ser visto la totalidad de la noche, que enciende la nada o la apaga. Que la enciende y la apaga de continuo. Por más materia -visible o invisible- que añadamos no tendrá bastante ni podrá romper su propio ciclo cósmico... Como ya sabía Rilke (y lo dice en su elegía a Marina Tsvetáieva):

"¡Oh lo que se pierde en el espacio sideral, los astros que caen, Marina!
Adonde nos arrojemos, sea la estrella que sea,
no la acrecentamos. El conjunto está siempre contado.
Así el que se viene abajo tampoco merma la cifra sagrada.
El que cae renunciando, cae al origen y sana".

Romanticismo del agujero negro, si fuera posible. Chopin, Rilke... La música, un si bemol. O la cosmología que la poesía enseña todavía.

Aprender a escuchar, saber que hay luz en la palabra.

Y cerca del borde oscuro, en el último horizonte de la luz, el tiempo que se aquieta, se detiene.

Porque todo es luz sin fin, entre la transparencia y la materia, u otras palabras oscuras.