20 de febrero de 2005

En las manos del viento


Posted by Hello
SER COMPLETO

Debajo de ti, olmo,
echas tu sombra;
debajo de ti, olmo,
caes tu hoja;
debajo de ti, olmo,
vives tu copa;
debajo de ti, olmo,
fuljes tu gloria.

juan ramón jiménez



Un mar de nubes. El sol cada día un poco más alto, algo más cálido.

Invierno. Todo pasa. Estamos en las manos de este viento. Como las últimas hojas secas, los papeles que ya nadie lee, a merced de la brisa. O merced a la brisa, como esa nube que cambia. Vivos.

Todo va pasando, paseando. Zumba el viento en lo alto de los árboles y aquí abajo nuestro propio barullo. Hilos de tu conciencia el viento arrastra y enreda tus cabellos en la memoria desorientada, en el recuerdo aquel que merodea junto a tus zapatos mientras caminas.

Llegas. Te sientas en el bar. Y sonríes sin pensar, cuando pruebas el buen vino. Y la miras, bañada por la luz de la ventana invernal. Y tu sonrisa vuela, y viene y va con la memoria. Y puedes coger su mano y, con ella, te sientes ligero, un poco ajeno a todo, como en las manos del viento. Ayer...

Otras nubes vuelven sobre nosotros. A lo lejos grises se amontonan, las amontona el viento en las montañas, en recuerdos que de tan lejos se azulan.

Y el vino, ¿qué tiene que ver con todo esto?

Lo escuché ayer, en el cine, en "Entre copas", que nadie sabe por qué traducen así "Sideways". Lo dice Maya, la mujer que enamora al protagonista. El vino esta vivo, está en el tiempo, como nosotros. No sabrá igual si lo abres un día u otro. Ha sido moldeado por el clima, por el sol y la lluvia, mientras pasaban sobre sus uvas nubes idénticas a las que sobre ti pasaban. Los minerales de su zumo abren puertas oscuras en tu interior, airea los pasadizos de tiempo hacia atrás y de vida adelante. Fue prensado y catado, tal vez por alguien que no está ya en esta luz preciosa y breve del invierno, cargado de tardes y frío. El vino abre también ventanas a tu claridad, a la de muchos hombres desde hace miles de años, y nos trae un don extraño: la ebriedad.

In vino veritas, dice el clásico. Pero yo nunca lo había pensado de este modo.

Y luego, tal vez, dejas el cerco húmedo de tu copa y sigues tu camino bajo el altísimo
cielo.

Cercos efímeros, huellas, señales, mensajes encerrados en una botella. ¿Hacia dónde? ¿Para quién?

Porque todo es vida aún, mientras doblas la esquina.

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