4 de junio de 2007

La boca del Metro de Marte


FOTO: NASA, JPL, U. Arizona

Puede que los aficionados al Golf estén de suerte. Por fin se ha descuierto un hoyo en Marte, a los pies del monte Arsian, un volcán cerca del ecuador marciano desde el que, una vez al año, el viento eleva una torre de polvo de 20 o 30 kilómetros de altura. Todavía faltan décadas para sacar partido lúdico al agujero fotografiado por la Mars Reconnaissance Orbiter. Primero porque no hay green (aquí más bien sería crimson) y porque aún no hemos enviado rovers a la zona (va a ser lo primero que nuestros científicos hagan, seguramente). Segundo, porque antes de jugar al golf con esta mancha profunda y negrísima en la superficie marciana hay que saber que mide casi cien metros de diámetro -lo cual es un handicap en sí, piensen en la bola, y en el palo adecuado- y también porque antes tendremos que asegurarnos que con la bola no le hacemos daño a ningún... ¿marciano?

Sencillamente, una entrada de cien metros permite imaginar un túnel o una caverna como en la Tierra no hemos visto. Ni en el Sabarthés de los cátaros, ese sistema cáustico -no en sentido irónico, sino geológico- que atraviesa las estribaciones de los Pirineos, con cavernas kilométricas visitables, existen vanos tan grandes. Y el subsuelo de Marte es algo que aún desconocemos. Puede contener agua, puede permitir la vida de microorganismos que huyen de la radiación solar, o tal vez de bichos más grandes, ¿quién sabe? Lo que en superficie estaría frito, ¿vivirá bajo tierra?

La otra teoría que maneja la Nasa es que Esperanza Aguirre ha decidido llevar el metro a Marte y que la estación se va a llamar: "Ésta es la prueba de que puedo (enviarte) amarte, Gallardón". Aunque Esperanza ya ha sido prevenida de que debe tener cuidado: Magdalena Álvarez ha cogido la vez en la cola de turistas espaciales del cosmódromo de Baikonur para subir a la Estación Espacial Internacional y desde allí llegar a Marte antes que la presidenta madrileña para la inauguración.

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