8 de julio de 2005

Antiguas y frescas palabras contra fanatismos

"Abrimos nuestra ciudad al mundo. No les prohibimos a los extranjeros que nos observen y aprendan de nosotros, aunque ocasionalmente los ojos del enemigo han de sacar provecho de esta falta de trabas. Nuestra confianza en los sistemas y en las políticas es mucho menor que nuestra confianza en el espíritu nativo de nuestros conciudadanos."

"En lugar de considerar a la discusión como una piedra que nos hace tropezar en nuestro camino a la acción, pensamos que es preliminar a cualquier decisión sabia."

"Si nos referimos a nuestras leyes, ellas garantizan igual justicia a todos, en sus diferencias privadas. En lo que respecta a las diferencias sociales, el progreso en la vida pública se vuelca en favor de los que exhiben el prestigio de la capacidad. Las consideraciones de clase no pueden interferir con el mérito. Aún más, la pobreza, no es óbice para el ascenso. Si un ciudadano es útil para servir al estado, no es obstáculo la oscuridad de su condición."

"La libertad de la cual gozamos en nuestro gobierno, la extendemos asimismo a nuestra vida cotidiana. En ella, lejos de ejercer una supervísión celosa de unos sobre otros, no manifestamos tendencia a enojarnos con el vecino, por hacer lo que le place. Y puesto que nada está haciendo opuesto a la ley, nos cuídamos muy bien de permitirnos a nosotros mismos exhibir esas miradas críticas que sin duda resultan molestas."

Palabras de Pericles, según relato de Tucídides, en el entierro de las primeras víctimas de la guerra del Peloponeso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin palabras! Podría decir tantas cosas. Pero no harían sino evidenciar mi hastío por una sociedad viciada y enferma...

Anónimo dijo...

Arrojadas al fuego
las palabras del día
contemplo cómo queman
sus finales