31 de marzo de 2007

La España de Rosa Regàs

Según Rosa Regàs, en España impera «el odio». Cree el ladrón que todos son de su condición.

Los hombres ven a las mujeres «sólo como madres, esposas, prostitutas, sirvientas o hijas, no como iguales». En Madrid «me escupen por la calle». «He sufrido toda mi vida a la extrema derecha». Si gana el PP las elecciones, «no quiero ni pensar lo que podría pasar», y ABC publica «mentiras», según contaba Carmen de Carlos el otro día desde Buenos Aires.

Invitada por el Centro Cultural de España en la capital argentina, la funcionaria Rosa Regàs ofreció su particular visión de nuestro país. «Un periodista de ABC, Jesús García Calero, se la tomó conmigo y me acusó de tener chóferes, de que me había ido de vacaciones con mis hijos y mis nietos con dinero de la Biblioteca Nacional, me acusó de no hacer nada. En fin, fui al Congreso a explicar lo que había hecho en la Biblioteca, pero no les sirvió de nada porque siguieron atacándome y decían que yo maltrataba a la gente».

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El autor de este blog, desde el Mar de Tiempo, no comprende cuánto debe escocer, en la escala de Richter, la crítica a la mala gestión y pésimo trato de Regàs a sus trabajadores. Los datos publicados no fueron contestados con argumentos en su día y la sectaria septuagenaria tiene que irse a Página 12, (B.Aires) el órgano que Óscar, mi amigo chileno, define como "ese extraño engendro de izquierda nacionalista argentina, pontificadora, altisonante y transpirada", para difamar al periodista crítico con nombres y apellidos como conocido facha. Que extraño que su jefa directa, la ministra de Cultura, concediera una entrevista exclusiva al mismo sujeto el mismo día que se publicaba la incontinencia de Regàs.

No había nada ideológico o misógino en las críticas publicadas. Esta mujer no merece el puesto que ocupa, claramente. Sus ideas de la vida pública se parecen, supongo, a las de Eric Honecker, al menos por su demostrado interés en la vida de los otros.

Las informaciones de ABC fueron contrastadas y nunca desmentidas, ni desde la Biblioteca Nacional ni desde el Ministerio, y nunca hablaron de viajes ni de familiares (excusatio non petita); nada hacía presagiar que Rosa, conocida autora de la serie Abuela de Verano que ha decidido irse a adoptar todos sus odios en África, confundiera el ejercicio de la libertad de expresión con el esputo.

¿Qué libertad es la de Rosa? Mejor no removamos, no la toquemos, que así es la... Rosa.

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