Otto Dix: Tríptico "La guerra"
Alguien, muy cerca del corazón, muy pronto, me lo dijo. Desde las cimas de la plenitud, de aquel entusiasmo, con los ojos radiantes del primer amor (qué lejos se veían las tormentas que, a buen seguro, la vida arrastraría hasta nosotros inexorablemente y que allí mismo invocábamos).
La inteligencia fue compartir ese oscuro cristal del pensamiento, con la mirada un poco acuosa, frente a frente, cuando lo dijimos: "A todo sí". Era una promesa ciega, era un conjuro que nacía bajo la piel, por entonces aún más sabia que nosotros. Era agridulce mirar hacia la tarde y desear que el viento no nos borrase aquella intensidad. Y qué dolor el de aquella alegría.
Era la vida y había que vivirla, finalmente, por los caminos que a nuestros pies llegasen, fuesen fáciles o angostos, rectos o laberínticos. A todo sí. No renunciar a vivir, no esconderse -ni exponerse de manera idiota- pero desde el amor, a la vida, sí; a todo, sí. El corazón tiene razones, y locuras, que la razón no alcanza -hasta más tarde.
Tiempo después -"el tiempo pasará"- encuentro esa misma frase fiel a la vida entre las palabras de Otto Dix. “Hay que ser capaz de decir sí, sí a las manifestaciones humanas, que están ahí y lo estarán siempre”, decía el pintor "degenerado" según los nazis. De este modo justificaba su intención de seguir pintando lo que sus ojos veían, de darnos testimonio veraz de un tiempo y sus desgracias. Hay guerras y habrá que pintarlas, fotografiarlas, contarlas; hay miseria en los hombres y en los discursos y no deberemos callar nunca, dejar de dar nuestro testimonio. Nos magnifica más ese gesto que cualquier arenga, esa fidelidad que cualquier mudanza.
A todo sí. Por eso los nazis le llamaban "degenerado", porque no dejaba de pintar tullidos en lugar de héroes de guerra, y en las trincheras retrataba -naturaleza muerta en sentido literal- los cuerpos amontonados en el fango y la sangre en vez de los uniformes inconsútiles de la gloria. Raptos antiguos como el hombre que hoy nos concitan, con nuestras guerras, nuestras hambrunas, nuestras miserias ocultas bajo la alfombra voladora de la opulencia. Están ahí, asedian nuestra conciencia negligente, los debates de la libertad, de la censura de imágenes bélicas, de los umbrales de la tolerancia... No debemos olvidar que lo que existe no deja de existir por no mirarlo. Qué infantil.
A todo sí es un enunciado liberador, de asunción instantánea de la realidad, sin una huida selectiva de sus sombras. Frente a quienes pudieran ver en esta postura una aceptación claudicante ante la persistencia de los males del mundo, creo que hablamos justo de lo contrario. Quien niega un mal que existe, puede ocultárselo precariamente, muy poco tiempo, antes de ser engullido por él. Quien lo afronta y lo acepta como parte de la carrera de obstáculos tiene más oportunidades para solventarlo. Sería muy largo extenderme por las implicaciones filosóficas y políticas -no limitadas a España- de esta postura que, por otra parte, saltarán a la vista del buen entendedor.
Otra cosa es que quien acepta la realidad se quede inane frente a ella. A todo sí es un acicate para la acción, pero también para la lúcida humildad de quienes somos hombres y estamos de paso. Como Dix, dibujando en nuestra lóbrega trinchera, o en el sombrío exilio interior del lago Constanza. Y no quiero alejarme del corazón, de este corazón, que sigue siendo fiel a aquel latido de la adolescencia. A todo sí.
"Tú lo dijiste: pasará el tiempo.
Mas no ha sido cierto el olvido.
El que mira romper las olas sobre
el espigón no sabe cuál de ellas
más alta llegará. En el recuerdo
quedan rostros; los nombres perduran,
los borra el tiempo. Leo la carta.
Veo tu mano cuando la escribía,
los ojos seguidores de las letras.
Y tú estás conmigo nuevamente.
Es el tiempo que pasa; lo dijiste"
Alfonso López Gradolí
2 comentarios:
el tiempo -virtual, como el espacio- siempre juega con nosotros. Nos esconde, nos encuentra, nos devuelve en la esquina menos pensada, en cualquier fiesta. O en cualquier noche solitaria, ya de vuelta a la capital absurda del mundo. Asomada a tu blog desde mi pantalla, viendo la vida por tus ojos otra vez, con mas de dos anyos de retraso. Que importa. A todo si.
Detrás de la ventana.... la vida continúa
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