Los escritores juzgados por sus obras me gustan más que los quemados en las hogueras de sus actos. PERO por qué les exigimos ser prefectos en nuestro precario espejo...
"(del ABC, Villapadierna desde Fráncfort) ...La crisis, sobre la que ya circulan análisis como «Six days that shocked the world» o «Too big to fail», es un rumor a voces pero los editores son cautos ante sus consecuencias. Aunque la presencia de expositores ha sido incólume, ya tenían contratado antes del estallido y el resultado se verá más bien en el año entrante; Joaquín Palau, de RBA, avisa que desde el verano los libreros están pidiendo la mitad, y otros reconocen reducir programa, rebajar adelantos y reciben más devoluciones, pese a confiar en una estabilización del mercado y a que agentes como Carmen Pinilla, o editoriales como Seix-Barral, no constaten una caída en la compraventa de títulos."
Ese será pronto el problema y no la delación de Kundera. Aunque su conciencia y no la del mundo deberá soportar que el delator estuvo a punto de ser letal y que, tal vez por cobardía, permitió que su víctima creyese toda la vida que era la mujer que ambos disputaban la que le había delatado.
Así que prefiero los escritores juzgados por sus metáforas a los intelectuales quemados en las hogueras de sus actos. Somos los lectores los que nos empeñamos en darles una pátina de perfección, tenerlos en una hornacina, con aura de santidad. Pero la literatura a menudo surge de la culpa, de las mazmorras de la conciencia, de la singularidad, cuando no de la monstruosidad. Lo mejor y lo peor del hombre está retratado en la conciencia lineal de los libros que nos han hecho como somos.
¿Una delación? Valiente cabroncete con 20 años Kundera. No me gusta menos que antes. Ni más. Leí la Insoportable y la Broma. Al llegar a la Inmortalidad, ya me caí de su inescrutabilidad moral, o amoral.
La vida es dura
Nadie es perfecto.
¿A quién vamos a engañar?
El ejemplo del escritor es muy penoso. Es toda la sociedad la involucrada en la vida pública y la que tiene tanta embriaguez con las figuras de fama; seremos mitómanos, pero todos debemos sentirnos impelidos a pulir la propia vida. Estamos en este mundo para eso, ¿o no? Unos la pulen y otros se la pulen.
Ellos, los escritores, no son mejores por escribir. No debemos exigirles serlo. Pero tampoco debemos seguirles como gurús laxos de no sé qué religión. Maduremos, por Dios. Y sepamos a quién admiramos y por qué. Al periodista hay que exigirle que no mienta, pero al escritor no podemos caparlo de imaginación a priori. Le pagan para mentir bien.
El ejemplo del escritor no está en la letra. Está -de estar- en el espíritu de su letra y por eso y sólo por eso nos conmueve. Que cada palo aguante su vela, y cada escritor el peso de sus obras y sus actos.
A Kundera que le cunda. Y dejad que yo prefiera...
lahoguera, lahoguera lahoguera
1 comentario:
Te encontré por feliz azar… A veces el Destino me regala joyitas como ésta… Excelente escritura, y no menos sugestivos y divertidos los contenidos… Fue una agradable sorpresa encontrarte… Ojalá tengas curiosidad por el mío que recién comencé hace una semana a publicar una novela por capítulos, “Amanece púrpura”; una novela en proceso, de la que ya he editado una parte del segundo capítulo. Iré escribiendo los siguientes siempre que haya lectores “suficientes” y “paguen” su lectura con el impuesto revolucionario de sus comentarios… Bueno, hasta otra, en tu casa o la mía… Un saludo cómplice. Volveré.
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