Para salir del Paraíso siempre hemos precisado una excusa o tal vez una motivación: manzana o chismes de serpiente.
Para la nostalgia, nos bastan los ojos y el tacto.
¿Y si todo ello hubiera sido una decisión consciente? ¿Y si la lectura gnóstica del exilio y la Caída no estuviera tan lejos de la verdad?
Eso era el poema Adán, que hoy ha sido emparentado noblemente con Milton.
Tal vez es buena excusa para un regreso al Mester de Cibería, de Bloggería...
Tatara tatara tatara tataraversos del inglés que descubriréis en el enlace, emparentados en esa web del traductor del Paraíso Perdido con los tatara tatara tatara tataramisterios de El Bosco.
Qué escalofrío sentir la delicada pintura de ambas visiones, la del Jardín y la de una humana destrucción, junto a palabras y pesadillas evocadas por el primer hombre.
Porque tal vez, para volver, para recomenzar, siempre lo mejor es hacerlo desde el principio.
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