Después de un asombroso reconocimiento literario a su espíritu indómito, que le llevó a la corte imperial de los Tang, Li Bai, o Li Po "cayó" enredado en las intrigas de cortesanos ávidos y envidiosos. Marchó al exilio y su espíritu salvaje volvió a fluir libremente bajo lunas inalcanzables. Afable y solitario, amigo de los ríos y de la Vía Láctea, Li Bao gastó su vida bebiendo y regalando sus poemas.
De su visión fugaz del mundo y de sus incandescentes descripciones del amor y de la soledad poco se puede añadir. Nunca huyó de la dulzura, pero trató de endulzar el amargo regusto de la vida con buen vino, en exceso tal vez. Y ese punto contrasta con su testimonio vital, que nos orienta hacia las poéticas de la retracción, tan propias entre sus contemporáneos taoístas y entre las que, una vez más, Li Bao resultó inclasificable. Y dice el Tao: retírate una vez realizada tu labor.
Li Po (Li Bai) murió borracho, quiso beber la luna en el río Amarillo
Bebiendo solo con la luna
(Versión libre)
Alzo mi copa entre las flores.
Bebo solo, no hay nadie junto a mí--
aun así brindo con la luna.
Con mi sombra, somos tres.
Aunque la luna no bebe, y mi sombra en vano me sigue,
somos tres compañeros un instante
y resuenan nuestros brindis en el palacio de la primavera.
Canto. La Luna me da aliento.
Y bailo, hasta que mi sombra vacila.
Desde que recuerdo, fuimos compañeros.
Pero ahora estoy borracho, y todos nos perdemos.
¿Es que no hay nada seguro? ¡Sombra! ¡Luna!
¡Nos veremos, en algún lugar del río
bajo el camino de estrellas!
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