25 de abril de 2009

Valente




José Ángel Valente habría cumplido 80 años estos días. Su obra sigue cruzando aquel temprano desierto que tantos quisieron parcelar para deslegitimarlo en parte, para convertir en un pentimiento pictórico su genuino intento místico. Alrededor de sus libros, fue dibujando una "experiencia abisal", una mística sin fe, una mística agnóstica, atada a su propia biografía. Sutil construcción que merece volver a visitarse.

Recupero un perfil sobre su obra que publicó Letras Libres en el número de primeros de julio de 2000, en el cual llegué a esta conclusión, que lancé en el texto con el atrevimiento de quien nada tiene que perder. Habrá críticos que negarán la mera posibilidad -cómo ser místico sin creer en la vida de ultratumba- y puede que desdeñen el intento reunificador de los a mi entender mal llamados "dos Valentes". Pero el texto nacía más por una necesidad de comprender que de convencer y, de todos modos, como él mismo me dijo una vez, viéndome un poco agobiado por repartirme entre el periodismo y la poesía y con mi boda en ciernes -¿lógica celta o humor gallego?-, "¡no se puede tener todo!".


En los primeros años noventa, cuando lo conocí, y hablamos, fuera de las entrevistas, algunas veces de poemas como botellas echadas al mar, de poetas como Celan que era y nos hacía ribereños del ser, de jardines..., no pensé, como ahora, que no dejamos de visitar una y otra vez el límite de arena buscando aún el brillo de un mensaje rescatado que, milagrosamente, un buen día, ha cruzado el mar (y el mar es un desierto enorme). No pensé que una fecha como este final de abril me empujase a volver entre sus páginas, buscando aquella forma de escuchar, y la ironía implacable, epigramática. O arañando aquel silencio, que dejaba su delgadez extrema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

fue un poco mi puerta a la poesía valente, más que como lectura por cariño personal, era amigo de mi padre

Jorge Juan dijo...

Yo contacté con él cuando publiqué "Lecciones de Tinieba", (no conocía bien su libro casi homónimo). Y empezamos la conversación discutiendo sobre la "s" que falta en mi título para ser plagio :-)) y el porqué de su ausencia...
Con el tiempo, además de adentrarme en su obra bastante más atentamente, me regaló mucho afecto y algunas buenas conversaciones, al margen de las entrevistas para ABC. Incluso vio y me comentó algunos poemas míos, con generosidad e ironía.
La verdad es que se le echa de menos. Alguna vez creí que no moriría... y tal vez.